Escucha, hija, mira: inclina tu oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna.
Prendado está el rey de tu belleza.
Salmo 44
Sentada en el jardín espero la poda.
Caracoles abren mucosas,
sus babas cuelgan en la cocina:
inclina tu oído decís, un poco, un poco más.
Al caer la tarde, el zigzagueo arquea,
las estatuas del fondo liberan sus yuyos
y en mi cuerpo bordeo esa curva,
rosas diminutas entre tus tramas.
Muy lindo poema. Ojala que esa rosa florezca en toda su belleza
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