Siento en mí un fuego que no puedo dejar extinguir.
V. Gogh
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Digo adiós a Zundert.
Pura ignota entreabierta mi adolescencia
hoy dejará su territorio suave.
Por la vez última
como en todo mi tiempo del espacio natal
que mi padre con versículos apacienta
taño el sendero entre difuntos
que me conduce a la fosa donde estoy
después de haber nacido muerto
igual treinta de marzo
mismo lecho
un año antes de mi nacimiento.
La piedra con mi nombre
está pulida por los roces del niño solitario
que a la orilla crecía reuniéndose consigo.
Pasé la infancia relatándome de boca a fosa
los follajes las flores los zumbidos
heridos por la maravilla,
mostrándome desde mirada a abismo
el infinito pincelado aliento.
Juntos enderezábamos el árbol el camino el cielo
para el nido la oruga la oración.
Ahora debo partir
ser para siempre mi alejado
y aún no sé si es más fuerte el caminante o el inmóvil.
Hacia la mano alada llevo el absorto fuego
y dibujo mi tumba sobre fondo de lápidas y yedras.
La mano indaga escucha desplegando
líneas contornos sombras luces
trazo a trazo organiza el más allá del pensamiento
es ojo azul que no comprende pues contempla.
-Qué harás oh Vincent sin mis días
en tu agujero vertiginoso.
-Seguir muriendo inmensamente Vincent.
-Qué haré Vincent sin ti cruzando el viento.
-Vivir con desmesura Vincent
encendiendo el jardín humano
mientras tu espalda en éste yacerá.
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Sólo pintando advertí cuánta luz hay en esta oscuridad.
V. Gogh
Y lo que alterno pinta es siempre
el inocente ojo fatal
que dialoga con su reflejo.
-Ya no sé dónde estoy.
-Estás dentro al final de tu relámpago.
Amelia Biagioni,Estaciones de Van Gogh.