Entre aguas

Agua

 

Siempre vuelvo a sentir la misma melancolía ante las aguas dormidas, una melancolía muy especial que tiene el color de una charca en un bosque húmedo, una melancolía sin opresión, soñadora, lenta, calma. A menudo un detalle ínfimo de la vida de las aguas se me transforma en un símbolo psicológico esencial. El olor de la menta acuática, por ejemplo, me recuerda una especie de correspondencia ontológica que me hace creer que la vida es un simple aroma, que la vida emana del ser como un olor emana de la sustancia, que la planta del arroyo debe emitir el alma del agua… Si tuviera que revivir por mi cuenta el mito filosófico de la estatua de Condillac que descubre el primer universo y la primera conciencia en los olores, en vez de decir como ella: «Soy perfume de rosas», yo tendría que decir «soy en primer lugar olor a menta, olor a la menta de las aguas». Porque el ser es antes que nada un despertar y se despierta en la conciencia de una impresión extraordinaria.

Gastón Bachelard, El agua y los sueños.

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