SIETE ESTUDIOS PARA LA MANO IZQUIERDA
II
Trato de decir: la tarde tiene el tono
exacto de otra tarde que conozco,
pero ¿cuál? (Pero en este instante escucho el son
de otra voz, que es mía y desconozco.
Y lo que ella dice es bello, cierto y bueno.
Pero lo que digo es así no reconozco.
Es como un dios de bolsillo, esta presencia
que el propio gesto de negar evoca.
La voz es de ella, aunque de mi pertenencia
la música. Y más aún la mano que la toca.)
Naturalmente, mientras tanto la tarde
se apaga, anémica, desapercibida,
y llega la noche, con su negro alarde.
Desde el comienzo la causa estaba perdida.
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DIEZ EJERCICIOS PARA LOS CINCO DEDOS
VII
Por ejemplo: un hombre en una silla,
sentado, inmóvil, sin motivo.
Y cuando él se mece de repente
nada hay que se explique ni se entienda.
El movimiento es apenas natural.
(Mas quizá la imagen no esté completa.
Puede haber algo en el bolsillo, o en la mano.
Lo que es más o menos evidente
mañana -la foto, con leyenda
y todo, ahí en un rincón del diario.)
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IX
Ni el tiempo y su asedio
ni el cálculo frío de los sentimientos
ni la lámina roma del tedio
ni el cuerpo y sus humores varios
y sus untuosas exigencias.
-nada puede aplacar la pasión
que no recula ante el supremo horror
de que sean las cosas todo y sólo lo que son.
La piel es fina, la carne es permeable.
Es duro el amor.
X
Prisa de páginas,
avidez de dedos que entorpecen
el espacio exiguo entre el sueño y el hueso
con una epopeya ínfima en negro
y blanco, pierna y pierna y otra pierna,
especie de ciempiés de letras,
o larva, que se arrastra hasta llegar
a mariposa con su epitafio:
recado dado, todo lo decible dicho,
silencio, pluma.
Paulo Henriques Brito (1951) poeta brasilero contemporáneo. Esta selección de poemas corresponde al libro Puentes/Pontes, trad. Cerrato L y Montes E., editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.