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La respiración y algunas pausas
Siomara abre los ojos. No sabe cuánto durmió pero se siente descansada, liviana, el pecho abierto. Hace mucho que no despierta con una sensación tan buena. Sin moverse estira una mano y acaricia el pedazo de sábana tirante a su lado. Se queda mirando el techo. La casa está en silencio, de no ser por los pequeños quejidos que hacen las casas en verano. La chapa de cinc dilatándose por el calor. El ir y venir de los ararás que taladran las vigas de madera. El piso de cemento que cruje en alguna parte, el comienzo de una grieta nueva. La respiración pausada de su humanidad recién despierta. No quiere moverse para no romper ese equilibrio frágil. Quiere quedarse en pausa. No pensar. No acordarse.
Selva Almada, No es un río, Literatura Random House, 2020.
El universo musical de Proust
Entre la mano izquierda y los dedos ejercicios – Poemas de Paulo Henriques Britto
SIETE ESTUDIOS PARA LA MANO IZQUIERDA
II
Trato de decir: la tarde tiene el tono
exacto de otra tarde que conozco,
pero ¿cuál? (Pero en este instante escucho el son
de otra voz, que es mía y desconozco.
Y lo que ella dice es bello, cierto y bueno.
Pero lo que digo es así no reconozco.
Es como un dios de bolsillo, esta presencia
que el propio gesto de negar evoca.
La voz es de ella, aunque de mi pertenencia
la música. Y más aún la mano que la toca.)
Naturalmente, mientras tanto la tarde
se apaga, anémica, desapercibida,
y llega la noche, con su negro alarde.
Desde el comienzo la causa estaba perdida.
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DIEZ EJERCICIOS PARA LOS CINCO DEDOS
VII
Por ejemplo: un hombre en una silla,
sentado, inmóvil, sin motivo.
Y cuando él se mece de repente
nada hay que se explique ni se entienda.
El movimiento es apenas natural.
(Mas quizá la imagen no esté completa.
Puede haber algo en el bolsillo, o en la mano.
Lo que es más o menos evidente
mañana -la foto, con leyenda
y todo, ahí en un rincón del diario.)
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IX
Ni el tiempo y su asedio
ni el cálculo frío de los sentimientos
ni la lámina roma del tedio
ni el cuerpo y sus humores varios
y sus untuosas exigencias.
-nada puede aplacar la pasión
que no recula ante el supremo horror
de que sean las cosas todo y sólo lo que son.
La piel es fina, la carne es permeable.
Es duro el amor.
X
Prisa de páginas,
avidez de dedos que entorpecen
el espacio exiguo entre el sueño y el hueso
con una epopeya ínfima en negro
y blanco, pierna y pierna y otra pierna,
especie de ciempiés de letras,
o larva, que se arrastra hasta llegar
a mariposa con su epitafio:
recado dado, todo lo decible dicho,
silencio, pluma.
Paulo Henriques Brito (1951) poeta brasilero contemporáneo. Esta selección de poemas corresponde al libro Puentes/Pontes, trad. Cerrato L y Montes E., editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.
Un poco más de Emily en tiempos de cuarentena
89 Algunas cosas hay que vuelan— pájaros — horas — abejorro — de éstos no hay elegía. Algunas cosas hay que quedan, que están ahí — pena — montañas — eternidad — ni éstos me preocuparon. Algunas hay que descansando, se elevan. ¿Puedo yo interpretar los cielos? ¡Qué inmóvil el acertijo yace! 101 ¿Habrá realmente un mañana? ¿Habrá una cosa semejante al día? ¿Podría verlo desde las montañas si yo fuese tan alta como ellas? ¿Tiene pies como las Ninfeas? ¿Tiene plumas como un pájaro? ¿Lo traen de países célebres de los que nunca oí hablar? ¡Erudito! ¡Marinero! ¡Hombre sabio del cielo! ¡Por favor vengan a decir a un pequeño peregrino en dónde está el lugar llamado mañana!
Emily Dickinson, Poemas, Seleción y traducción de Silvina Ocampo, Tusquets editores, Buenos Aires, 2008.
James Rhodes / Instrumental. Memorias de música, medicina y locura
DOS FLORES AZULES
Dos fechas habían grabado en el metal
pegado sobre el mármol:
una de las dos estaba mal.
La primera fecha era un poco tu nombre,
era más tu nombre que tu nombre mismo:
fórmula de una promesa de futuro,
vacío ahora, mi otro cumpleaños.
Nunca te dije que para mí sus números
venían de colores. Yo los leía al revés:
el doble seis de oro, blanca la o de octubre,
caoba el nueve y el dos azul oscuro.
Nada me decía tu apodo entre comillas
pero si aquel sol tan blanco sobre blanco
como el medio día de las expediciones
y de los cumpleaños que no festejamos:
¿cuál fecha estaba mal?
Al fin traduje a flores tu nombre hecho de años
y acomodé esas cosas blandas de colores
al pie de las dos fechas y de tu silencio
con tanto cuidado como si fuesen palabras,
esas que no llegamos a decirnos.
Nothern lights – Alexandro Lacadena – Flickr CC
++
00
En el último año de dos ceros
era un fenómeno global el borde
de tu párpado inferior izquierdo:
tuve el cielo delante, igual que un río.
Hoy desperté pensando en los grandes planetas,
en qué puede esperarse todavía
de sus lejanas curvas invisibles.
Expedienten vía muerta, el aire dura sin sueños.
queda un minuto para atarse los cordones
antes de que desaparezca todo esto;
abre una página, rozo las letras con los ojos
como si acariciara el mudó césped.
++
LA VERDAD
(Leipzig, 1901)
Cuando todo lo que queda por leer es un mapa,
voces que preguntan por la razón de un nombre,
vestigios de escritura sin trazo que acontezca,
nada que haga tope;
cuando la fibra de lo bello es mentira
Y hay que roer como ácido para saber
qué queda de lo amado cuando se lo investiga
con una mirada como una luz de cal
que todo hace desaparecer en su blancura
la verdad es una playa distante,
La verdad es el hueso sin la carne,
es el cuerpo ya sin tiempo ni arrojado,
son las cuerdas sin música ni sentido,
la verdad es el cielo quemado.
Beatriz Vignoli, Luz azul, Bajo la luna, Buenos Aires, 2017.
Vignoli nació en Rosario, Argentina, en 1965. Ha publicado libros de poesía como Viernes, Bengala, Itaca, Almagro, y novelas como DAF y Reality. “Compuse mentalmente mi primer poema a los 11 años en un campamento de verano mientras miraba las estrellas desde una bolsa de dormir. No lo anoté y me lo olvidé”, dijo en el blog Horas robadas a la noche. En: https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/poesia/item/escribir-es-como-vivir-en-una-tumba-tres-poemas-de-beatriz-vignoli.html
Infancias
Nos alejábamos de la infancia; la leche
tibia de antes se había cortado
para siempre y ahora sólo
quedaba el sabor de las lágrimas,
del sudor, de la sangre derramada sobre
la que era
imposible llorar. Es nuestra historia
sagrada, con sus trofeos temblorosos
con sus varas macilentas y tiesas. Después
fue el verdadero fin de la niñez, y hubo
paz en los cementerios, y una racha
de luz iluminó
las garganta cegadas
por el horror de tantos cambios y tanto
crecimiento para el desastre.
–
Había entonces un aire donde nadar, un barro,
donde hundirse en paz, tropezando
en pleno vuelo con un ave del agua; ella
apenas toca con el hocico
nuestro flanco asustado, muerto de escamas,
sensible en la corriente fuerte
de los remansos que giraban
con nuestro tiempo, que estallaban
con nuestros objetivos. Lo rodean
tácticamente, desmenuzaron una estrategia.
–
La vida fácil alborota
el corazón irresponsable todavía
para amar de otra manera; no tiene
presente los riesgos
que lo rodeaban. Apenas
puede dejarse querer un poco: corazón
simple, pretendiendo abrir
el destino, la carne
de la patria; corazón fracasado,
impotente, débil
ante la fuerza
de los que han fabricado
la tierra y las piedras
y el aire que pisamos, el viento
que nos hace tambalear, dudando
como el estallido de una bomba
sobre el Japón, sobre
todo lo que brillaba, lo que crecía
para el amor o para sus escombros.
Paco Urondo, Adolecer (fragmento) en Obra poética, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2007.
Podemos escuchar otro fragmento de este hermoso libro-poema leído por Cristina Banegas en el documental La palabra justa.
La música tiene su historia que contar
Intento expresar verbalmente algo que propiamente sólo se puede comunicar de modo no verbal, así se refiere a su poesía el poeta John Ashbery en una entrevista al diario El País.
En otro fragmento de la poesía habla sobre “entender la poesía”:
P. ¿Qué piensa cuando le dicen de un poema suyo: “Es hermoso, pero no lo entiendo”?
R. Si les parece que es hermoso, ¿qué más puedo pedir? Para mí es suficiente. Sinceramente, no entiendo eso de “entender” la poesía. Cuando afronto un poema por primera vez lo que cuenta es el sentimiento, el goce estético, si está bien hecho. Una sola lectura no me permite pronunciarme sobre la cuestión de lo que significa. Y siempre, al releerlo compruebo que todo está ahí, aunque no se manifestara en mi primer contacto gozoso con el texto.
Para leer la entrevista completa hacer clic acá.
EL DÍA DE VERANO – Mary Oliver
¿Quién creó el mundo?
¿Quién dio forma al cisne, al oso negro?
¿Quién hizo al saltamontes?
Me refiero a este saltamontes,
el que acaba de saltar en la hierba,
el que ahora come azúcar de mi mano,
el que mueve las fauces de atrás para adelante y no de arriba abajo,
el que mira a su alrededor con enormes ojos complicados.
Ahora levanta una de sus patas y se lava la cara cuidadosamente.
Ahora de pronto abre sus alas y se va flotando.
Yo no sé con certeza lo que es una oración.
Sin embargo sé prestar atención
y sé cómo caer sobre la hierba,
cómo arrodillarme en la hierba,
cómo ser bendita y perezosa,
cómo andar por el campo,
que es lo que llevo haciendo todo el día.
Dime, ¿qué más debería haber hecho?
¿No es verdad que todo al final se muere, y tan pronto?
Dime, ¿qué planeas hacer con tu preciosa, salvaje, única, vida?
(Versión de e-soliloquio)
En http://emmagunst.blogspot.com.ar/2015/10/mary-oliver-el-dia-de-verano.html