1
Donde más digo menos digo.
Y si porfío sin cambiar de elán o polo o centro
enrosco ablando borro lo ya dicho.
Porque decir es un rayo y su sombra.
2
Tengo una herida siempre verde
que reconoce el filo
del nombre oculto en la neblina.
3
Cuando recibo una palabra inesperada
la retengo y vigilo sus diferentes porvenires
hasta que alguno de ellos
de pronto se recuerda se incorpora
y no hay palabra ya
sino un gran viento que me empuña.
4
Quisiera ensayar
el paso de lis
del fuego que sube al espíritu.
5
Persiguiéndome por los ríos
espero alcanzarme en el mar
y encontrar en mi infancia
un dios irresistible
un sonido que abra y cierre los otros
como un nocturno barco surcando un arpa.
6
Quisiera decir la pasión
aterradora del universo en la noche,
su ardiente abrazo que abandona.
Amelia Biagioni (1916-2000), Las cacerías en Poesía completa, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2009.