al ras

-2-

alrededor de este toldo somos tragados:

el calor quema en enero     persisten los licores entre nuestros pies    inescrupulosa entrega

breve diluirse     metros inhabilitados     gases sobre los quejidos     bajo este cono pardo

donde no corre el viento     ni una céntima       la mezcla gaseosa que dilata      en huracanes

y cabellos que encienden ojos o pelvis        poco importa

 

nos dejamos agotar en eso

que sufrimos       o que nos lleva a mirar      un poco más

o es el contorno que da sustento

caminamos       o respiramos      apenas      como en un círculo sin aire

en clausura       con el griterío abandonado de lo que nos falta

 

y bordeando esa línea de sombra

nos dejamos ahí:           raíz luminosa

                                        Dios al que llamamos impacientes

 

 

-3-

desde esta rendija la turba nos llama despacio:

colchones apilados de día      revuelven sus encarnados pies     esculpen plumas

mientras nos picotean sus esferas nocturnas:                                                 reverberan

lo que no está       este desoír        este haber perdido todo y permanecer:

la vecina de doce no habla ni ríe

 

hay días en los que Dios nos hace seguir entre los quiebres de un blindado:

abrazar a un hijo que no puede        no llora

al olor todavía violáceo      caliente     embutido     la lluvia que vuelve

y burlar ese ahogo       como arterias que se recomponen

desplazar el encierro

 

entonces la obstrucción se derrama                                                   el día se abre

tonos blancos tatuándose entre los dedos

 

 

 

-21-

con el sonido de la cascada presiente su punzón

entre sus hombros     negros y fríos

la punta desgarra       como un dibujo    en círculos

gira y cala esas capas blancas      diminutas      casi inexistentes

 

y tiene arena mojada entre las garras      devora colibríes

entre tanto         roe como cualquier animal

larvas escondidas bajo tantas tierras

 

es la cascada                             su furia

y el alacrán entre sus hombros

 

 

 

-32-

alzo la nariz como quien espera     ahí abajo

el techo     la lluvia     algunos charcos

con el reflejo de quien cae

el pozo     el agua      acumulo en el torso

encojo los brazos      así mientras veo

el pantalón azúl de Raúl veo

ese que es más un color que un pantalón1

escribir cuentas y versos veo

sacados de ese golpetear entre los bártulos

de ese grano de salvación

escondiendo diminutos jazmines

tirando las costras de este patiecito

como quien los deja brillar      blancos o verdes otro día más

 

 

 

Publicados en al ras, Ediciones La Biblioteca, colección miliuna, septiembre de 2013, Buenos Aires.

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