(…) Abro un libro, leo, era un soneto. Yo sabía qué era un soneto porque a los diez años encontré que en los libros de lectura me gustaban no las lecturas sino los versos, pregunté a la maestra y no sabía decirme qué eran, entonces yo me puse a descubrirlo por mí mismo. Me senté. En casa había un patio de glicinas y teníamos un pequeño jardín de invierno de vidrio, con sillones de mimbre, y yo ahí me senté en un sillón con un poema que era un soneto, y empecé a contar las sílabas, sin saber, no sabía la sinalefa, nada, no sé cómo lo fui armando … Lo armé todo por mi cuenta, así que yo sabía mal que bien lo que era un soneto. Entonces me encuentro con un soneto, lo leo, lo entiendo todo pero me faltan dos palabras, entonces viene la chica y me dice: ¿necesita algo? Sí, le digo, ¿no tendría un diccionario barato? Bueno, dice, tengo uno pero es muy grande. Pero debe ser caro, digo yo. No, no, se lo vendo por un peso, digamos. Y todavía hoy lo tengo. Así que busqué las dos palabras que me faltaban, lo completo, y era, leo abajo, Paul Verlaine. El poeta que más influyó en mi vida, porque es pura música. No influyó con ideas, con nada, sino que simplemente es la música, y lo dice Borges también (recita el poema de Verlaine que empieza: “ De la musique avant toute chose ”).
¿La música es el arte supremo?
Sí, es el arte supremo. Eso de que todas las artes aspiran a la música es muy antiguo y muy actual, y es permanente, siempre se dieron cuenta de eso. La música te lleva a un conocimiento que no es el conocimiento conceptual, es supra conceptual, o sea que de repente estás perdido. Si vos creés que la única realidad son los conceptos, como todos los intelectuales, entonces, te lleva a una zona en la que estás perdido.
(…)
Pero alguien me preguntaba si valía la pena, y digo a mí no me pasó nada, lo hice un montón de años, y yo no notaba ningún cambio y al final lo abandoné. Y me dijeron: ¿pero y los poemas? Y sí, pero yo escribía poemas antes de eso. O sea que yo no era para eso, era una pretensión de querer aspirar a una iluminación espiritual en esta vida, esas son pretensiones del ego, no era para mí, yo soy un poeta. A la pretensión hay que renunciar. Hay que quedarse con lo que uno realmente es.
Hugo Padeletti
Para leer la entrevista entera: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/poesia/Entrevista_Hugo_Padeletti_0_614938507.html
Y ahora un poema suyo:
NO PASA
(se ha velado
el blanco del mantel,
la nube ha cambiado
de forma),
no transcurre
(la tarde
ha esfumado la mancha
del malvón, el arabesco
del helecho),
no acaba
(de la vívida
sandía
han quedado en el plato las semillas
oscuras),
la atención:
este ahora
suficiente
sin residuos.
Padeletti, H., en Puentes, Fondo de Cultura Económica, Bs.As., 2003.