Un poema

A flor de piel

Aquella mujer raiga cepas, indivisibles costras

por lo bajo, mientras, las margaritas

abren

sus pétalos al enrejado.

Cubre su perfil, sobre el fango se inclina:

en mi ventana el vaivén de las hojas,

ágil o diminuto,

se desvanece con la corriente.



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