¿Cómo es por debajo?

¿Cómo, preguntan sus ojos, cómo es por debajo? Nunca había estado tan cerca de una novia. ¿Cómo es por debajo? ¿Es igual todos los días? Ya está medio desnuda. ¿O es diferente, nunca dos veces la misma? Sabe cómo se hace, no hay ningún misterio en ello, ha visto muchos cómics, pero ella es tan pequeña, apenas más grande que él, y el misterio está en su piel, brilla y sale de sus piernas y de su cuerpo y de su cara y de su extraño pelo y de los millones de cosas que puede hacer con ellos. Brilla y reluce y tiene una temperatura y un olor y no para de cambiar con la expresión de sus ojos y con lo que tocan sus dedos cuando acarician. Va a ofrecerle algo al hombre con el que se ha casado. Si cierra los ojos, adivina qué. No es lo que siente con las chicas cuando le pones el dedo en ese sitio. Si cierra los ojos, lo adivina. Va a darle un secreto que es la novia misma. Cualquier soldado sabe que todas las novias son iguales, Minas vestidas de novia a punto de confiar su secreto a sus esposos en grandes camas de matrimonio. La cosa es que cada secreto es un secreto que nadie puede adivinar con los ojos abiertos. Por eso continúa siéndolo. Toda ella es el secreto, y el secreto es dulce y cálido, sin nada que roce entremedias, sin nada que los separe y con todo lo que hay debajo ayudando. Puro como las flores de azahar, el secreto de la novia sabe a azúcar. En el árbol que hay bajo el vestido desabrochado, un pajarito está diciendo… ¿qué dice?

John Berger, Hacia la boda, trad. Pilar Vázquez, Alfaguara.

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