Yo creo que para formar un concepto de arte primero hay que enfrentar otro concepto. La pregunta es : ¿Por qué existe el hombre?
Debemos usar nuestro tiempo en la tierra para crecer espiritualmente. Significa que el arte debe servir a este propósito.
Es un error decir que el artista “busca” su tema. De hecho es el tema el que va madurando en él como un fruto. Y le impulsa hacia la configuración. Es como el alumbramiento. El poeta nada tiene de lo que pudiera estar orgulloso. No es el dueño de la situación, sino el servidor, su vasallo. El trabajo creativo es su única forma de existencia. Y cada una de sus obras supone un acto al que no se puede negar libremente. La sensibilidad para la necesidad de ciertos pasos lógicos y para las leyes que los rigen sólo aparece cuando existe la fe en un ideal; sólo la fe apoya y entrelaza el sistema de las imágenes (o, lo que es lo mismo, el sistema de la vida).
“Arrebatado por la ambición del espíritu
vegetando en el desierto, se me acercó
un serafín de seis alas
allí donde el camino se abre en cruz.
Con sus dedos de luz
suavemente mis ojos tocó:
Ojos de profeta, sin miedo,
verdaderos, en mí despertaron,
en mi oído penetró su dedo
y lo llenó de sonido.
Y oí el tremor de los cielos,
de los ángeles el vuelo,
del fondeo del mar los animales,
del viñedo el crecer junto al suelo.
Y en mi garganta penetró,
arrancóme de la boca mi lengua,
vana, pecadora y temerosa.
Por los impávidos labios
mano sangrienta metió
el sabio aguijón de la serpiente.
Y mi pecho su espada cruzó
a sacarme el tembloroso corazón;
en la herida abierta dejó
carbón ardiendo, de ascua lleno.
Tirado en la arena, como muerto,
me ordenó la voz de Dios:
“¡Álzate, profeta, ve y oye,
predícame de ciudad en ciudad!
Y caminando de aldea en aldea
quema con tu palabra el corazón.”
Pushkin (1826)
Foto y texto de Andrei Tarkovsky, El profeta y lo eterno, Dulce Equis Negra, número 8, nov.2008/abril2009, Buenos Aires.