Las ventanas y Giannuzzi

TEOLOGO EN LA VENTANA

Este cerrado dolor de cabeza
causado por la presión del mundo visible
reclama un significado.
Pero la visión de la calle desde mi ventana
solo ofrece alternativas de una apariencia dislocada
hecha de fragmentos trémulos, colores dudosos
y un sufrimiento de cosa oscuramente mezclada
consigo misma.
¿Qué materia desean los ojos y que no pueden ver?
No esta especie de traición a lo largo del pavimento,
la naturaleza criminal que revelan los automóviles,
el taciturno rumor de los objetos manufacturados,
la vacilante verdad de la muchedumbre hacia el ocaso,
los asuntos de esta terrible sociedad que se aplasta al
planeta.
¿Cuál es la relación de esta escena con el otro orden?
La divinidad está aquí por delegación sombría.
Hay un millón de ventanas y cada una padece
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.

MOMENTO INVERNAL

¿Qué haremos con esta escena accidental
-hojas reunidas por el viento del sur hacia la puerta-
sino aislarla como un conocimiento ilusorio?
Todo movimiento es circular
en el rincón del muro, allí
donde las hojas corren para girar sobre sí mismas
al aullido de una ráfaga fría y discontinua.
Lugares comunes de la materia invernal.
¿Debemos otorgarles
una intención de belleza y resurrección
a partir de la confusión del polvo estacional?
Tal es nuestro posible conocimiento: un anhelo
susurrando en las hojas secas, una horrible
tristeza en una tarde de nuestro tiempo.
Y en el rincón del muro la certeza y el residuo
de una disolución universal.

ESA MOSCA

Gruesa y peluda, prisionera de la familia,
zumbaba circularmente en la habitación.
Un asunto a resolver. Una pizca de sangre
encolerizada,
un sistema de nervios perplejos buscando
una grieta a la monotonía, probando
contra un universo sin salida
la esperanza de toda materia viviente.
Pero a mis oídos sonaba
como un crimen conjetural. Esa mosca.
Porque hubiera bastado
traerla hacia un orden distinto
y convertir en verdugo
su velocidad impersonal e impolítica:
un dardo en picada contra las venas humanas.
Entonces habría creado, con justicia o sin ella,
una segunda naturaleza muerta
a cambio de libre movimiento limitado.

MATERIA DE CAZADOR

Desde esta oscuridad sólo puedo
apostar a la apariencia con dientes furtivos.
Aquella ventana es una verdad aislada.
Cristal adentro, el espacio iluminado
se ha creado un universo redimido
de toda negación. Un anterior
callado y vibratorio
de materia remota donde ella,
ignorando mis ojos de ladrón,
pasó toda la noche desnudándose.

CABEZA FINAL

Modelada por la época,
apaleada por todas las ideologías,
no conoció la alegría de lo posible.
Sin música, inestable
como un comediante fracasado
esta cabeza calva toca su fin.
En el melodrama matinal del baño
escupe los últimos dientes
y otras obras menores del destino.
Lo desconocido
va a rodearla como una oscuridad malsana.
Ahora se inclina bajo el agua, vacila
y lentamente cegada se abandona
a una vieja descomposición. Se acabó
su tiranía.

Joaquín Giannuzzi, Violin obligado, 1984.

Giannuzzi en sus palabras:

-En tus textos se siente así muy vivamente la presencia del destino aun cuando en apariencia se hable de lo cotidiano.

-Destino, o falta de destino. Creo que en mi poesía hay al menos dos claves: una, cierta especie de nostalgia por un orden perdido, el orden natural por oposición al orden de la civilización; y la otra es una suerte de fatalidad del tiempo, la aguda conciencia de la finitud. Aunque habría también otra constante en mi universo emotivo: la permanente sensación de una catástrofe inminente. No sé qué origen tenga esta sensación, pero supongo que es parte de la condición humana…

Entrevista al poeta, link http://www.jornaldepoesia.jor.br/bh4giannuzzi.htm

Me parece que sí. Que hay una voz suya propia, que es consecuencia de una mirada propia: sus poemas, muchas veces, parecen surgir de la precisa captación de una escena.

Sí, es posible, aunque eso supone una visión del mundo previa. Y estar marcado por el drama de mi época. Todos los poetas expresan esa realidad, aunque no siempre de forma explícita. Creo, eso sí, que ese rasgo que vos mencionás, la capacidad de apresar una escena, me viene del trabajo durante años en el periodismo: allí, todo se juega en velocidad, y de lo que se trata precisamente es de captar de manera directa y lo más objetiva posible, lo esencial de una situación.


La idea del poeta fatalmente inmerso en su tiempo es otra de sus ideas recurrentes, incluso desde los títulos de algunos de sus libros:Contemporáneo del mundo, Las condiciones de la época

Es que no hay modo de escapar a la realidad. Incluso en La divina comedia, la época trabaja activamente. La obligación del poeta no es servir a una causa desde una ideología determinada sino ser consciente de qué sueños y pesadillas están hablando en él, en nombre de sus contemporáneos. En el caso de mi generación, nuestro drama ha sido la pérdida de la utopía. Aunque debo aclarar que, en mi caso, no la considero perdida sino en suspenso. Esto, claro, hoy no puedo decirlo desde la esperanza sino desde la desesperación.

Entrevista realizada por G. Saavedra, 2002, puede leerse completa en http://www.laestafetadelviento.es/conversaciones/conversacion-con-joaquin-giannuzzi

Foto www.elarcadigital.com.ar 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s