LA ENAMORADA
Está de pie sobre mis párpados
con sus cabellos en los míos,
tiene la forma de mis manos,
el color tiene de mis ojos,
es absorbida por mi sombra
como una piedra por el cielo.
Los ojos tiene siempre abiertos
y no me deja ya dormir.
A plena luz sus sueños hacen
evaporarse a los soles,
me hacen reír, llorar y reír,
hablar sin nada que decir.
(De Mourir de ne pas mourir, 1924)
TE LO DIJE
Te lo dije para las nubes
te lo dije para el árbol del mar
para cada ola para los pájaros en las hojas
para los quijarros ruidosos
para las manos familiares
para el ojo que se vuelve rostro o paisaje
y el sueño le da el cielo de su color
para toda la noche bebida
para la reja de los caminos
para la ventana abierta para la frente descubierta
te lo dije para tus pensamientos para tus palabras
toda caricia toda confianza se sobreviven.
(De L’amour la poésie, 1929)
MIS HORAS
Fui hombre fui roca
fui roca en el hombre hombre en la roca
fui pájaro en el aire espacio en el pájaro
fui flor en el frío río en el sol
carbúnculo en el rocío
Fraternalmente solo fraternalmente libre.
I
A lo largo de las ramas
renacen mis hojas
mi camino está coronado
de bienestar asoleado.
II
Pobre calor luz grande
mirada aclarándose por fuera
pequeña tierra fuego sublime
que nutre la vista a lo lejos.
III
Sobre la hierba olvido mi tierra
mi voz ha cambiado de esperanza
flores y animales tiemblan en el aire
donde resuena el primer canto.
IV
El frío el cielo diluyen el viento
el sol blanco me hace sonreír
como un hilo de agua
hace sonreír un prado.
V
Mi ventana de bellas plumas
enciende la puerta seca
y yo echo la inocencia
sobre la cabeza de mi perro.
VI
Retirada confusa
de la hierba carnosa
del cielo claro reflujo
de la savia de las rutas.
VII
Que yo viva para el árbol
no pierda ya sus hojas
para que suene el corazón del agua
para que vuelva el día.
VIII
El astro o el alba ver o tocar
los rostros que se casan
seguir con un trazo iluminado
el curso de una máscara variable.
IX
Un pilar entre doce
se ha abatido esplendor
de un traje puesto
una sola vez.
X
No tengo memoria
y soy torpe
alrededor del lecho fatal
cada objeto es nuevo.
XI
Amargura espuma muerta
la sombra colma la zanja
helada que corta el mundo
yo cuido la parte ganada.
XII
Te encierro cada noche
llama enana soberana
de la húmeda casa negra
Tu me devuelves a mi espacio
a la forma de mi cuerpo.
Paul Eluard, trad. R. Alonso en La victoria de Guernica y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983.
“Su amplísima obra, límpida y profunda, no deja de ser reconocida en todas partes. De ella afirmó el poeta portugués Antonio Ramos Rosa al traducirlo a su propio idioma: Eluard es fundamentalmente uno: el poeta de la esperanza, de la libertad, de la confianza, esto es, de todas las palabras gastadas y banales que él supo restituir a su pureza para inspirarnos, para elevarnos a la dignidad del lenguaje y, a través de ella, de la vida que él nos descubre.
El decía, al titular un poema: Algunas de las palabras que hasta hoy me estaban misteriosamente prohibidas. Palabras. Maravillosas y ambigüas, radiantes y mortales, las palabras amenazaban con perder su sentido si el poeta, si los hombres, no se lo devuelven. ¿Quién como Eluard, ha sabido devolvernos en poesía el sentido de palabras tan manoseadas como “libertad” y “amor”?”
R. Alonso, Estudio preliminar en La victoria de Guernica y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983.