Paul Eluard

LA ENAMORADA

Está de pie sobre mis párpados

con sus cabellos en los míos,

tiene la forma de mis manos,

el color tiene de mis ojos,

es absorbida por mi sombra

como una piedra por el cielo.

 

Los ojos tiene siempre abiertos

y no me deja ya dormir.

A plena luz sus sueños hacen

evaporarse a los soles,

me hacen reír, llorar y reír,

hablar sin nada que decir.

 

(De Mourir de ne pas mourir, 1924)

 

TE LO DIJE

Te lo dije para las nubes

te lo dije para el árbol del mar

para cada ola para los pájaros en las hojas

para los quijarros ruidosos

para las manos familiares

para el ojo que se vuelve rostro o paisaje

y el sueño le da el cielo de su color

para toda la noche bebida

para la reja de los caminos

para la ventana abierta para la frente descubierta

te lo dije para tus pensamientos para tus palabras

toda caricia toda confianza se sobreviven.

 

(De L’amour la poésie,  1929)

 

 

MIS HORAS

 

Fui hombre fui roca

fui roca en el hombre hombre en la roca

fui pájaro en el aire  espacio en el pájaro

fui flor en el frío río en el sol

carbúnculo en el rocío

 

Fraternalmente solo fraternalmente libre.

 

I

A lo largo de las ramas

renacen mis hojas

mi camino está coronado

de bienestar asoleado.

 

II

Pobre calor luz grande

mirada aclarándose por fuera

pequeña tierra fuego sublime

que nutre la vista a lo lejos.

 

III

Sobre la hierba olvido mi tierra

mi voz ha cambiado de esperanza

flores y animales tiemblan en el aire

donde resuena el primer canto.

 

IV

El frío el cielo diluyen el viento

el sol blanco me hace sonreír

como un hilo de agua

hace sonreír un prado.

 

V

Mi ventana de bellas plumas

enciende la puerta seca

y yo echo la inocencia

sobre la cabeza de mi perro.

 

VI

Retirada confusa

de la hierba carnosa

del cielo claro reflujo

de la savia de las rutas.

 

VII

Que yo viva para el árbol

no pierda ya sus hojas

para que suene el corazón del agua

para que vuelva el día.

 

VIII

El astro o el alba ver o tocar

los rostros que se casan

seguir con un trazo iluminado

el curso de una máscara variable.

 

IX

Un pilar entre doce

se ha abatido esplendor

de un traje puesto

una sola vez.

 

X

No tengo memoria

y soy torpe

alrededor del lecho fatal

cada objeto es nuevo.

 

XI

Amargura espuma muerta

la sombra colma la zanja

helada que corta el mundo

yo cuido la parte ganada.

 

XII

Te encierro cada noche

llama enana soberana

de la húmeda casa negra

 

Tu me devuelves a mi espacio

a la forma de mi cuerpo.

 

Paul Eluard, trad. R. Alonso en La victoria de Guernica y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983.

 

 

“Su amplísima obra, límpida y profunda, no deja de ser reconocida en todas partes. De ella afirmó el poeta portugués Antonio Ramos Rosa al traducirlo a su propio idioma: Eluard es fundamentalmente uno: el poeta de la esperanza, de la libertad, de la confianza, esto es, de todas las palabras gastadas y banales que él supo restituir a su pureza para inspirarnos, para elevarnos a la dignidad del lenguaje y, a través de ella, de la vida que él nos descubre.

El decía, al titular un poema: Algunas de las palabras que hasta hoy me estaban misteriosamente prohibidas. Palabras. Maravillosas y ambigüas, radiantes y mortales, las palabras amenazaban con perder su sentido si el poeta, si los hombres, no se lo devuelven. ¿Quién como Eluard, ha sabido devolvernos en poesía el sentido de palabras tan manoseadas como “libertad” y “amor”?”

R. Alonso, Estudio preliminar en La victoria de Guernica y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983.

Foto de http://en.wikipedia.org/wiki/Paul_%C3%89luard

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