Liebre blanca
Padre, la liebre blanca nos expulsa de la vida. Cada vez crece en más rostros, en las concavidades de las mejillas.
Aunque todavía no es adulta en mí, contempla mi carne desde dentro, porque también es la suya. Aymè.
Sus ojos son carbones; su hocico una escudilla de hojalata; sus patas, atizadores; su tripa, una vagoneta en el sótano; su camino, una vía empinada que asciende hacia la montaña.
Todavía está dentro de mí, despellejada y rosácea, esperando con su propio cuchillo, que también es el cuchillo del pan de Fenja.
Profundas como el silencio
Tan pronto como dejé atrás la época de pielyhuesos y el cambio de salvación… , en cuanto tuve ante mí unas balétki, dinero en metálico, comida, nueva carne bajo la piel y ropas nuevas dentro de la maleta nueva, llegó una inimaginable puesta en libertad. De esos cinco años en el campo puedo decir hoy cinco cosas:
1 palada = 1 gramo de pan.
El punto cero es lo indecible.
El trueque de salvación es un huésped del otro lado.
El nosotros del campo es un singular.
La envergadura tiende a lo absoluto.
Pero estas cinco cosas se resumen en una:
Entre ellas y no ante testigos, son profundas como el silencio.
Herta Müller, Todo lo que tengo lo llevo conmigo, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, Bs.As., 2011.
Sobre el libro
El libro narra las experiencias del poeta rumano Oskar Pastior en un campo de trabajo forzado soviético. Sobre esto podemos leer en entrevistas a la autora:
“-Yo aprendí que escribir tiene mucho más que ver con callarse que con hablar. Sin embargo, fue una liberación cuando empecé a escribir porque por primera vez hubo palabras para expresar lo que sentía. Yo vivía en el campo y realmente los campesinos no suelen hablar mucho, son muy callados y, además, no usan términos abstractos, hablan sólo de cosas concretas y nunca de sí mismos. De hecho, se considera que uno no debe de hablar de sí, es algo que no se hace y en la literatura fue realmente la primera vez que pude hablar de mí. Pero insisto, no sé si fue una liberación porque los contenidos eran muy difíciles, yo vivía dentro de una dictadura cuando empecé a leer. Y no leía para liberarme sino más bien para ver cómo vivir, en muchos momentos he pensado que realmente no sabía vivir. De niña, por ejemplo, muchas veces me tocaba cuidar de las vacas en el valle y era un valle verde, pero yo estaba sola con las vacas. Estaba ahí solita, desesperada, y muchas veces sentí envidia de las plantas: las plantas sí sabían vivir y yo no.
(…)
-En este libro lo que predomina es la materia: el carbón, la arena, el cemento, el cuerpo atormentado, ¿cómo pensó esa poética?
-Oskar Pastior me contó todos los detalles. Por ejemplo, la arena, sus características, su color, o el carbón, cuál era la clase que él prefería porque era más fácil de trabajar, todo eso ya es poético en sí. Yo creo que la poesía está en los detalles, en la exactitud para contar las cosas. Esas descripciones fueron mi única posibilidad de descubrir cómo uno llega a sus límites, cómo uno trabaja mucho más, rinde mucho más de lo que puede si lo obligan y cómo el hambre, el hambre desesperante lo controla todo, cómo se llega al delirio sobre la comida y cómo uno se ve atormentado por fantasías por el mismo hambre horrible que sufre. Todo esto me lo contó Pastior y sobre esa base pude inventar lo demás. También tenía el ejemplo de mi madre, que durante toda su vida tuvo una relación tremenda con la comida por su experiencia en el campo de trabajo. Ella no hablaba porque no podía, aunque finalmente el silencio también cuenta algo. Mi madre tenía la costumbre de peinarme y a la vez siempre me contaba cómo era eso de raparse y yo me quería cortar las trenzas para que ya no me estuviera hablando de eso. Pero no me dejó. Tal vez le gustaba peinarme.”
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Herta-Muller-Todo-tengo-llevo-conmigo_0_603539760.html
Y en otra entrevista podemos sobre la literatura:
“—Alguien ha escrito que Herta Müller es una “cronista de la vida cotidiana…” Sin embargo, una de las cosas más interesantes en sus textos es precisamente lo que escapa a esa misma cotidianidad, ese juego entre atavismos, mitos populares, escatología y supersticiones… ¿Se puede entender esto como una contradicción? O por el contrario, todo este juego, que también es un recurso literario, ¿lo que hace es reforzar ese narrar el “mundo cotidiano” del que ya usted hablaba antes?
—La literatura es algo totalmente artificial. Y justamente para captar realidades, debe ser artificial. Los diálogos generalmente no son lenguaje hablado, oral. El lenguaje oral en un libro es algo diferente al lenguaje hablado. Para que el lenguaje oral funcione tiene que ser artificial. Y así sucede, creo yo, con todas las cosas. Yo trabajo con esta artificialidad y naturalmente con cada truco y con todos los medios para captar lo más posible de una frase, una persona, una situación.
La mitología, la superstición o lo arcaico son también poesía. La superstición es la poesía de las gentes sencillas y posee también algo de fascinante. De ahí que encaje fácil en la literatura. La literatura no es lo único poético. La vida también es poética. El mero hecho de escribir literatura no nos convierte en personas especiales. En verdad, en casi todo lo que hacemos dependemos de la mirada de la gente que no escribe literatura.”
Fuente http://criticabuap.blogspot.com.ar/2008/06/herta-mller-el-faisn-rumano-ha-estado.html
Sobre Oskar Pastior podemos ver http://www.uklitag.com/site/news_detail_new.php?id=570&cur_page=19
Un audio en alemán de un poema de O. Pastior
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