Labios rojos pintados

Lánguida, salta del columpio

y contempla sus manos delicadas.

Flor que envuelve el rocío, el sudor humedece

-una apenas neblina- su ligera camisa.


Un visitante llega y ella, azorada, corre

-las medias arrugadas, tres horquillas perdidas-,

vuelve y al entornar la puerta, curiosa,

mientras huele un membrillo verde, atisba.

Li Ch’ing Chao.

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